Señores, ya vino Lionel Ritchie y restaba una presencia mágica. Arribó otro amigo a la tierra yaomiñana. Barrry White, un apostol boló.

Aquí está, aquí llegó y es Barry White, un gran amigo del ser que os escribe sin manos, haciendo alarde de su destreza. Compañero de la noche y artífice de las tablas mandamientales de la Iglesia Yaomiñana "Aquí llegó Balá, Balá, Balá"; cuyo predicador Carlos Monti díjose: "Manga de lacras, no se olviden de dejar la guita a la salida". Qué quiso decir con esto, que para amar hay que tener la panza llena. Pero no nos vayamos de la cosa que nos convoca. Barry White, mítico musiquero de la noche que nos hizo ver el color de las rejas, vínose a la zona para entablar contacto epistolar, epistemológico, epilogar con sir Yao Minga, quien le dijo: Hola manola! y se entraron a tocar unos temas de Sui Generis que sabemos todos en el techo de un edificio, vestidos con tapados y la gente entró a caer pa ver que pasaba. Allí, Yao dirijiose a la multitud y con las manos señaló al cielo y después a la tierra y al toque a Barry White y después salió corriendo y detrás de él su amigo, porque venía la policía con dos carros y un tranvía y un par de cachiporrongos. Qué lección tenemos de todo esto amigos. Que cuando venga Barry White, cantemos con todas las ganas de ir al baño las canciones de Don Jhonson con Leo Dan en la batería pero sin redoblante, porque suena monocromática. Bienvenido Barry White, pronto jugaremos un frontón con Lionel Ritchie y miraremos la novela de Pepe Monje. Imágenes del encuentro con la luz mística yaomin¡ñana.