viernes, noviembre 03, 2006

"Estoy pensando..." (Yao Minga, Desierto del Sahara 07-08-1352)

Erase una vez cuando la vida era nena en la tierra y cuando nada era nada. Fue ahí que mi espíritu nació, fue cuando la mística se hizo grande y engendrose a un ser superior. A un Mac Gyver, a un Mario Baracus, a un Steven Seagal sin tanta panza, a un Pipo Cipolatti. Soy Yao de las norias el que cuando se mira casi siempre se toca. Si, y qué, acaso no les gusta jugar con sus partes y sentirse re bebe que va al programa de Socolonsky. Yo soy así, libre como el viento que viene de abajo y me hace parpadear. Yo soy asqueroso, pero me la aguanto. A mi querían rajar del cole porque sabía contar en el ábaco antes de tiempo y además andaba desmintiendo en los recreos que los pibes vienen de un zapallo y que los elige una cigüeña... Naaaa... vienen como archivo adjunto chabón, aprendé. Es así, las cosas cambian, ahora hay que mirar gente que baila y antes yo me hacía hombre cuando ocservaba a la hormiga atómica o meteoro. Eso te dejaba cosas, porque en el medio los tipos te tiraban mensajitos como: “salven a las ballenas”, “dos cabezazos en el área es gol”, “un peso un dólar”, “la pelota no dobla” o “vení, vení saluda al amiguito”. Es tiempo de saber que nosotros también tenemos derechos y que la noche se hizo para escabearce mal y quedar de bruces ante la línea blanca de la ruta. Hay que hacer eso cuando uno está en edad che, porque sino después te vienen los 50 y quedás medio vejete para esas cosas y la gente anda diciendo: mirá! en qué andará ese?. Por eso tenés que darte con la virulana ahora así te quemas lo que te hace pensar para que después tenga tiempo de regenerarse. Así me lo dijo uno: eso vuelve y sino, sonreí, vos sonreí. Pero por lo menos le ponés onda a la cosa, yo por eso me pincho todo cuando hago la chanchadita para sentirme re Tusam, aunque todavía no me acostumbro a los broches en los codos cuando hago la 239 (la “cambiala toda negro...!!!”) Pero bueno, yo sigo pensando que mi pasado tenía razón cuando veía De carne somos y ahora no me puedo negar a un buen choripán en las canchitas de fulbo. Aaaaaahhh.. eso es vida o clavarse unos cartones en un te bingo con las viejas que se le caen las medibachas y hay olor a salmón por todos lados. A mi lo que me jode es tener que aguantar a la maestra que hace de locutora... Si fuese jardinera por lo menos.

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